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Escrito por Louis | 17 de marzo de 2005

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El hombre infalible

Florentino no acepta las críticas. Dice que las acepta, pero nada más. Emplea mucho una frase: “Pues seguro que alguna vez me he equivocado, seguro”, y se cuida mucho de hacerlo en un contexto lo suficientemente abstracto. Nunca cita el fallo en cuestión.

“El Madrid puede jugar bien, regular o peor”, dijo ayer. “Entendemos y aceptamos las críticas cuando las merecemos. Pero no me parece correcto olvidar todo lo que han hecho estos jugadores, ni dar por terminada la temporada cuando queda el veinticinco por ciento y se están dando nombres de jugadores, de entrenadores y de candidatos a la presidencia. No es bueno para la institución ni para los clubes o personas que salen. Este ¡pim, pam, pum! no es admisible”.

Hoy los periódicos subrayan su férrea cerrazón: “Florentino se enroca”, titula El Periódico; “Se mete en el búnker”, escribe Relaño o “se encastilla”, como apunta Segurola.

“No hay otra cosa de qué hablar ni en qué pensar que quién se irá, quién vendrá, quién se quedará. Los aficionados hablan de eso. La prensa habla de eso. Los directivos hablan de eso. Hasta Raúl habla de eso (…) Eso desespera a Florentino, no sé si porque aún aspira a una imposible estrategia de calma para hacer la transición o porque de verdad cree que este equipo aún puede ponerse en pie con los que hay y poco más. Y me empiezo a temer que lo que piensa es lo segundo. Y se mete en el búnker y lanza invectivas contra el espejo que le devuelve la realidad, la prensa”. [Alfredo Relaño / As]

“Con la designación de la prensa como enemigo exterior, Florentino Pérez pretende encastillarse con su desgastada tropa de jugadores y su criticado entrenador (…) Por razones que a veces se antojan difíciles de entender, el presidente del Madrid cree en sus gastadas figuras más allá de lo razonable. Todavía cree que son los mejores del mundo (…) Florentino Pérez se ha destacado como un representante genuino de la cultura del éxito. Primero en los negocios y luego en el fútbol. Acostumbrado al éxito, dio la impresión de interiorizar la condición de hombre infalible. Pero el fútbol jamás garantiza el éxito, ni la infalibilidad. Es una de las características que definen a este juego”. [Santiago Segurola / El País]

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