Escrito por Louis | 2 de noviembre de 2014

Merienda de negros
Leído en un artículo titulado ‘Merienda de negros’:
La plantilla [del Granada], digámoslo ya, es un saldo. Una colección de morenos de ínfima calidad. [Manuel Pedreira / Ideal]
Actualización (14:15): Ideal ha retirado de su web el artículo, aún accesible mediante la caché de Google.
Lo de Caparrós en la sala de prensa fue un intento patético de un entrenador superado por los acontecimientos. Con su lamentable ‘perfomance’ pensó que el personal se distraería de lo fundamental, y lo fundamental es que su equipo es una pantomima que se encamina hacia el infierno a velocidad de crucero.
Ante el Madrid, el Granada volvió a hacer el ridículo. Los de Ancelotti no necesitaron pasarle por encima para llevarse los tres puntos. Les bastó que Murillo, el nuevo Baresi, le regalara un gol a Cristiano cuando apenas se habían jugado cien segundos de partido. Dicen por ahí que después de Siqueira y Brahimi, el próximo pelotazo de los italianos será Murillo. Pues si algún cazatalentos le había echado el ojo, ayer cerró la libreta con un tachón y una palabra subrayada en rojo. Descartado. El lance del primer gol recordó a los combates de Tyson, cuando el rival saltaba al ring acobardado y con la toalla en la mano para tirarla antes del primer puñetazo. Carvajal le sopló en la oreja y Murillo se fue al suelo.
El Madrid jugó andando y el Granada, a gatas. El centro del campo dio pena. Ni siquiera le puso las agallas clásicas del equipo pequeño ante un rival infinitamente superior. Caparrós tendría que utilizar las ruedas de prensa para explicar a qué juega el Granada en lugar de dedicarlas a romper periódicos y luego a echarle la culpa al jefe de prensa, todo un ejemplo de hombría, por cierto.
La alineación de Sissoko es uno de esos misterios sin resolver que terminará el día que llegue otro entrenador y lo mande al banquillo para los restos. Es un pollo sin cabeza que deambula por el campo sin generar ni un gramo de fútbol. Ni siquiera estorba bien. El Madrid perdió en Granada hace dos años y la temporada pasada raspó un 0-1 y gracias. Este año, 0-4. Caparrós va camino de lograr una gesta sin precedentes: hacer bueno a Lucas Alcaraz, un entrenador que llevó al suicidio por aburrimiento a todos los rebaños de ovejas que quedaban en la vega.
La plantilla, digámoslo ya, es un saldo. Una colección de morenos de ínfima calidad. La gestión veraniega del director deportivo merece un suspenso sin paliativos. No hay calidad en ninguna línea, ningún jugador resolutivo o, al menos, con experiencia suficiente para sostener al equipo con dignidad. Todo lo que ha llegado, empezando por el entrenador, ha empeorado lo que se ha ido o lo que se ha quedado. Y el nivel de salida era paupérrimo. Al Madrid no le hizo falta romper a sudar para darse una merienda de negros. Supongo que lo siguiente que romperá Caparrós será su carné de entrenador.
Lamentable artículo. Lamentable el racismo mal disimulado del articulista, y más lamentable aún que esto ocurra en un periódico del Grupo Vocento.