Escrito por Louis | 30 de agosto de 2022

Puerta 55+
No hay día en que no ardan las redes. En uno de ellos, este verano, el pueblo se revolvió al conocer los nombres de los periodistas encargados de estar a pie de campo en las retransmisiones de LaLiga TV —lo que Movistar+ compra envasado, listo para emitir—. A qué punto habremos llegado que ahora es noticia, y hasta polémica, quién hace de inalámbrico en un partido.
Casi todos los indignados hacían diana en dos nombres: Isaac Fouto y Edu Aguirre. Al primero, ya lo dijimos, hay que reconocerle la virtud de vertebrar España. Su elección no sorprendió, pues a fin de cuentas es un hombre próximo a LaLiga —no lo digo yo, se lo dicen en antena varios de sus compañeros de Cope— que ya venía desempeñando estas labores —y de manera más que correcta, si sirve mi opinión— en los partidos de Segunda emitidos por Gol. Lo de Aguirre, en cambio, sorprendió bastante más. Orgulloso miembro del séquito de Cristiano Ronaldo, artista invitado en los conciertos de Taburete, destacado miembro del elenco de Josep Pedrerol, daba así el salto a la televisión de pago y de presunta calidad. Cuando uno contrata un servicio y lo paga todos los meses, lo último que quiere es escuchar chiringuitadas.
Aguirre, el hombre que vibra y llora con las masas en la puerta 55 del Santiago Bernabéu, se estrenó este domingo en las plataformas premium con el RCD Espanyol-Real Madrid. Su debut estuvo a la altura del de otra gloria blanca, Robson de Souza ‘Robinho’, al que le bastaron unos minutos en el Ramón de Carranza para ponerlo todo patas arriba. Aguirre comenzó la transmisión ofreciendo los onces —que en el caso del Espanyol fue ‘el diez’, porque se olvidó de Vinícius Souza— y la acabó preguntando a Toni Kroos si había aconsejado a Benzema cómo tirar la falta del 3-1. «Yo estaba fuera ya», le recordó el alemán entre risas. Cosas que pasan.
Menos disculpable es lo que sucedió durante la jugada más polémica del partido, la patada de Lecomte a Ceballos, en la que su forofismo desaforado salió en tromba. «A lo mejor hay penalti antes», sugirió cuando el árbitro estaba comenzando la revisión en el VAR. Al aclararle Carlos Martínez que la patada era fuera del área, Aguirre repuso: «Y por lo tanto ley de la ventaja y gol, ¿entiendo, no?» Por si alguno de ustedes no vio la jugada, sepan que Rodrygo estaba varios metros en fuera de juego. Entre él y la portería no había los dos jugadores que exige el reglamento: es que no había ni uno. Un fuera de juego indiscutible, clamoroso.
No sólo era evidente que Aguirre llevaba la bufanda prieta al cuello; también parecía claro que no estaba mirando las repeticiones en el monitor con el que cuentan los reporteros a pie de campo. Forofismo e inexperiencia, peligrosa combinación. Lo de olvidarse de un jugador al dar la alineación le puede pasar a cualquiera, pero nos preguntamos —inocentemente, claro— por qué alguien en un despacho ha creído que Aguirre era el más indicado para este trabajo, por delante de gente mucho menos guay pero mucho más experta y mucho menos querenciosa.