Escrito por Louis | 1 de noviembre de 2022

Me repito, literalmente
De entre todas las tonterías en las que malgasto mi tiempo al cabo de la semana, varias requieren cierta disciplina. Abandoné, por ejemplo, el hilo de Twitter en el que iba listando los programas en los que colabora Gonzalo Miró. Demasiado esfuerzo. De momento, sigo adelante con la nómina de entrevistados de LaLiga TV, en la que han ingresado durante las últimas semanas personalidades como Marc Clotet y Andre Lamoglia, que por lo visto, y si mi buscador —Yahoo, por supuesto— no me engaña, son actores.
También actualizo, aunque muy de vez en cuando, un hilo que inicié en 2018 para recoger el mal uso del adverbio «literalmente». No añado todos los ejemplos que leo o escucho porque, en ese caso, no haría otra cosa al cabo del día. Tal es mi empeño en esta cruzada absurda que incluso dediqué un artículo al tema aquí mismo, en Yahoo Deportes, hace ya tres años. Parece un tiempo prudencial para volver sobre ello sin miedo a repetirme demasiado, ¿no?
De hecho, no quiero subrayar lo ya escrito. Entonces hablé sobre quienes usan mal «literalmente» y hoy quiero hablar, justamente, de quienes lo usan bien. Porque, a fin de cuentas, los unos y gran parte de los otros comparten un vicio: el de usar la palabra simplemente porque está de moda. Aunque quiera decir exactamente lo contrario o no venga a cuento en absoluto.
Antes, lo de «literalmente» se empleaba sólo para recalcar algunas cosas que costaba no tomar por exageraciones. En cambio ahora podemos escuchar cosas realmente absurdas, como «El árbitro ha pasado literalmente por delante del banquillo», que debe de ser para aclarar que no se trataba de un paso metafórico, o «el delantero ha resbalado literalmente», no vayamos a creer que el tropezón ha sido de índole moral. De un tiempo a esta parte, si no calzas un «literalmente» en cada frase, parece que ni tú mismo te crees lo que estás diciendo. Para mayor disfrute del espectador, propongo que en adelante todas las informaciones periodísticas deban contener la palabra «literalmente», ya sea en el nuevo sentido (literal-figurado) o en el antiguo (literal-literal), para que la confusión sea completa y terminar así de sepultar el significado que alguna vez tuvieron.
La Real Academia Española debería actuar de oficio, en lugar de andar facilitando coartadas a los del primer grupo. Varios de los aludidos en mi hilo, a lo largo de los años, me han replicado que la RAE admite el uso del literal-figurado para enfatizar. Me parece estupendo este uso tan interesado, esporádico y puntual del diccionario. Y me recuerda a otro ilustre gremio: los árbitros. Noventa minutos pasándose el reglamento por el forro salvo cuando alguien celebra un gol quitándose la camiseta, que entonces sí, se aplica siempre.